La radiología intervencionista es una subespecialidad de la radiología que utiliza técnicas mínimamente invasivas para realizar diagnósticos y tratamientos para una gran variedad de enfermedades.
Para la correcta práctica de la radiología intervencionista principalmente se emplea el uso de técnicas de diagnóstico por la imagen que no agredan a las estructuras y tejidos cercanos al punto de aplicación.
Otro de los nombres por el que se conoce la radiología intervencionista es terapia por imágenes. Y se plantea como uno de los grandes avances en el futuro de la medicina debido a su efecto positivo en la mejora de enfermedades con alto índice de mortalidad.
Gracias a la radiología intervencionista podemos corregir las patologías en gran parte del cuerpo humano. Es de especial importancia debido al fuerte impacto en la supervivencia de pacientes que presentan patologías concomitantes. O lo que es lo mismo, que poseen alto riesgo cardiológico con enfermedades crónicas (como lo es la Diabetes Mellitus).
Las etapas en las que consiste la radiología intervencionista son:
Lo primero y más importante será verificar que el paciente cumple los criterios clínicos para poder realizar la intervención con normalidad. Asegurar su bienestar antes, durante y después de la intervención. Así como una mejora de su enfermedad y de su calidad de vida.
Con la ayuda de una guía de diámetro aproximado entre uno y dos milímetros se introducen catéteres en los vasos sanguíneos o en algunas venas para guiarlos hasta la zona que se desea tratar.
Mediante el uso de imágenes obtenidas con el uso de rayos X, ecografía, tomografía computarizada o resonancia, se logra dirigir un catéter o aguja hacia la zona deseada y desde ahí se inicia el tratamiento.
Debido a la incisión en los vasos sanguíneos principales y la introducción del catéter, el reposo debe ser de 24 horas. Este vendaje debe ejercer presión en la zona de la intervención para frenar el sangrado y asegurar la recuperación correcta del paciente. Habitualmente se ingresa al paciente durante 24 y 48 horas pudiendo incrementarse en caso de presentar efectos adversos relacionados a la intervención.
Una vez se da el alta al paciente, deberá guardar reposo durante alrededor de 10 días en su domicilio. A partir de entonces, podrá realizar vida con normalidad siguiendo las pautas de tratamiento recomendadas por su médico especialista en radiología intervencionista.
Tal como habrás comprobado, la radiología intervencionista tiene una importancia vital en el diagnóstico y tratamiento de determinadas enfermedades.
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