A pesar de que este año el verano se está haciendo de rogar, no podemos dejar pasar la oportunidad de hablar del melanoma en un día como hoy, 13 de junio, Día Europeo de la prevención del Cáncer de Piel. Hemos querido aprovechar la ocasión para que Amparo Quilis, enfermera y profesora de nuestro Ciclo Superior de Radioterapia y Dosimetría, nos de todas las claves para estar alerta este verano y detectar a tiempo una de las más peligrosas variedades del cáncer de piel: los melanomas.
Amparo Quilis, profesora del Ciclo de Radioterapia y Dosimetría
El melanoma es un tumor maligno que se origina a partir de los melanocitos, las células que elaboran la melanina, el pigmento responsable del color de la piel, del pelo y del iris de los ojos. La melanina funciona como un fotoprotector evitando que la radiación solar dañe el ADN de las células de la piel.
Suele desarrollarse en la piel, aunque puede hacerlo en ocasiones en otras localizaciones, como los epitelios de las mucosas, la retina o las leptomeninges. A diferencia de otros cánceres de piel, tiene una alta incidencia en gente joven (25% en menores de 40 años). Su incidencia ha aumentado de forma progresiva en las últimas décadas, especialmente en las mujeres. Por desgracia, es el tumor maligno de piel más agresivo, con capacidad de dar metástasis linfáticas y hemáticas, y causa el 90 % de muertes asociadas a este tipo de tumor.
Existen varios factores de riesgo entre los que podemos encontrar el fototipo de piel, la exposición al sol, factores genéticos o la presencia de nevus.
La detección precoz y tomar las precauciones adecuadas al tomar el sol son claves en la lucha contra el cáncer de piel. Aunque son diversos los factores que lo provocan, parece ser determinante haber tomado en exceso el sol durante la infancia.
Por un lado, actuaremos a través de medidas de prevención primaria, para que los factores ambientales no puedan perjudicar nuestro organismo. Evitando la exposición al sol durante las horas centrales del día (12-16h), cuando la luz ultravioleta es más intensa. Utilizando medidas de protección física como sombreros, gafas, sombrillas, ropa adecuada y protección solar, que absorbe y/o dispersa la radiación ultravioleta. Hay que evitar también las cabinas de bronceado, ya que la OMS las clasifica como carcinógeno para la piel.
La prevención secundaria consiste en dedicar un minuto al mes a realizar una autoexploración de la piel. Por eso, debemos conocer el patrón de nuestros lunares para detectar cualquier cambio. Hemos de examinar toda la superficie de nuestro cuerpo incluyendo palmas, espacios entre los dedos, piel debajo de las uñas, plantas de los pies, espalda, detrás del cuello y cuero cabelludo, parte baja de la espalda y nalgas. En caso de cualquier cambio en nuestra piel deberemos consultar al dermatólogo.
Es útil aplicar la regla del ABCDE,que nos hace prestar atención a ciertos signos de alarma: A. Asimetría, B. Bordes irregulares, C. Colores diversos, D. Diámetro mayor de 6 mm y E. Evolución (cambios en los últimos meses)
Existe un sistema que complementa a la Regla del ABCDE; Este sistema hace un mayor hincapié en el concepto de los cambios que se pueden observar en una lesión de la piel. Permite detectar algunos melanomas que no cumplen la regla del ABCDE por lo que deberían utilizarse ambos sistemas. Consta de 7 criterios. Son 3 los criterios mayores, que atienden a un cambio de tamaño o la aparición de un lunar nuevo, un cambio de forma o un cambio de color.
Además, hay 4 criterios menores en función de un diámetro superior o igual a 7 mm, inflamación, sangrado o cambios en la sensibilidad como picor o dolor. A cada uno de los criterios mayores presentes se le asignan 2 puntos y a cada uno de los criterios menores presentes se le asigna 1 punto. Se considera que una lesión es sospechosa de melanoma si suma 3 o más puntos.
Si estás incluido en un grupo de riesgo, el grado de prevención secundaria aumalmenta y se llevará a cabo una monitorización en unidades de dermatología especializadas donde se realizará una historia clínica completa, una exploración de toda la superficie, se educará al paciente y se tomarán fotografías con cámaras de dermatoscopia digital
Clasificar un melanoma como maligno puede dar a entender que existe un tipo de melanoma benigno, cosa que no es del todo cierta ya que todos ellos se consideran malignos por su propia naturaleza. Sin embargo sí que podemos encontrar una variedad que por sus síntomas y complicadas consecuencias está considerado como uno de los más peligrosos: el melanoma acral lentiginoso.
Según el artículo de Duarte y López (2014), este es el tipo de melanoma de localización distal (alejado del centro del cuerpo) más frecuente. De los más graves y agresivos, el melanoma acral lentiginoso representa entre el 5 y el 10%. Debido a que suele diagnosticarse tarde y es bastante agresivo, tiene peor pronóstico que otros.
Este subtipo aparece en el dorso de manos y pies, en las palmas, las plantas, las muñecas, en los tobillos y en la zona subungular (bajo de las uñas). Es frecuente entre los 50-60 años, y sobre todo en torno a los 70 años. El melanoma acral lentiginoso suele diagnosticarse en estados avanzados, hecho motivado por varios factores que se complementan: agresividad del mismo, edad avanzada, sitios ocultos, presentación inusual y diagnósticos previos erróneos
. La radiación ultravioleta puede no jugar un papel importante, ya que las lesiones se localizan en zonas no expuestas. Algunos estudios vinculan la exposición a químicos como un factor de riesgo, pero la localización de éstos en zonas de apoyo sugiere también que la presión podría tener algún papel.
Para detectarlo en los estadios iniciales es útil el uso del método ABCDE, pero debido a la falta de reconocimiento de los signos de alarma por parte de los pacientes y de los propios médicos, es muy importante hacer énfasis en las campañas de prevención y en recordar que aparecen en las palmas de las manos y en las plantas de los pies.
Su tratamiento es fundamentalmente quirúrgico. Dependiendo del estadio en que se encuentre irá acompañado de la utilización de quimioteriapia y radioterapia. La perfusión/infusión aislada de las extremidades es un buen tratamiento complementario en los pacientes con melanoma avanzado en las extremidades, con indicación de amputación, para lograr conservar la extremidad.
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